Cuando el café deja de ser oficina

Durante años, muchos vieron el café como una extensión de la oficina: un lugar neutral, cómodo, con wifi. Era común ver gente trabajando horas con solo un café como consumición. Pero ese modelo que creció como solución improvisada empieza a mostrar sus grietas.
Cafés europeos que dicen “no laptops”
En ciudades como Barcelona, Berlín, Lisboa o Madrid, varios cafés ya han comenzado a prohibir el uso de laptops o imponer restricciones.
Esto ya no es anecdótico, es tendencia: cafés que restringen el laptop para recuperar rotación, ambiente y sentido del local.
El contrato tácito se rompe
Hubo un pacto no escrito: alguien consume algo chico, el café le da wifi, enchufe y que esté tranquilo. Pero con el aumento del teletrabajo, ese pacto empezó a romperse. Muchos cafés dejaron de querer “oficinas improvisadas”.
Para los dueños, mantener mesas ocupadas por horas con poco consumo ya no resulta sostenible. Para otros clientes, el ambiente se vuelve menos agradable. Y para quienes iban con laptop, muchas veces llega el aviso: “hoy no podés quedarte”.
Lo que revela este cambio
Que el remoto ya no tolera improvisación. Que los espacios informales también tienen límites. Que el modelo de “llevar tu oficina a cualquier lugar” tiene consecuencias para todos los actores:
- Los cafés reclaman su rol como espacios de encuentro, no espacios de trabajo silencioso.
- Los trabajadores remotos pierden una opción flexible para alternar su lugar de trabajo.
- Las empresas que asumían que un café siempre estaría disponible ya deben replantear dónde y cómo sostener conexiones remotas reales.
El café no puede reemplazar una oficina bien pensada
Es esperable que en algunos momentos, alguien quiera salir de casa a trabajar. Pero no es razonable pensar que todos los cafés están diseñados para eso.
Un local no tiene ventilación, muebles ergonómicos, infraestructura de red segura ni privacidad. No para jornadas largas o llamadas sensibles. Y cuando los cafés cambian sus reglas, nos recuerdan que el espacio de trabajo importa.
Cuando los cafés dejan de sumarse como soporte implícito, las empresas y los equipos tienen que:
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Planear espacios compartidos bajo demanda (coworkings)
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Diseñar encuentros presenciales con propósito
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No depender de espacios ajenos para sostener la cultura
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Pensar beneficios reales: pases de coworking, subsidios locales, hubs urbanos
Que los cafés empiecen a vetar laptops no es un ataque al trabajo remoto. Es un llamado de atención.
Dijo uno de los dueños: “Te cobran un café, te quedás ocho horas. No funciona”.
Hoy, si el café deja de ser oficina, no pierdas la idea del trabajo flexible. Solo ponle infraestructura, diseño y estrategia.